miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lectio divina -Domingo I Adviento. Ciclo B - Mc. 13.33-37 - 30 Noviembre 2014

Lectio divina
Domingo I Adviento. Ciclo B
Mc. 13.33-37
30 Noviembre 2014


ORACIÓN INICIAL
 

Ven, Señor, a liberarme de todo lo que me impide avanzar con libertad.



Ven, dame fuerza para escapar de todo lo que me pueda separar de Ti.

Ven Señor, haz renacer en mí la esperanza de caminar siempre por tus sendas.

Ven, Señor Jesús, en este nuevo Adviento

y acoge mis limitaciones y temores para que renazca a una vida nueva.

 

TEXTO BÍBLICO MC. 13. 33-37

Estar vigilantes

            Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.

            Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

            Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.

            Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».


 

LECTURA

¿Qué dice el texto?

 
 

            ADVIENTO tiempo de gracia, de preparación hacia el acontecimiento central de la historia humana: el nacimiento del HIJO de Dios entre nosotros. Es tiempo de sensibilización y de disposición para darle al Señor el lugar que le corresponde en nuestra vida, es tiempo de revisión, de evaluación, para corresponder al amor que Dios nos tiene: “…tanto amó Dios al mundo que envió a su propio HIJO…”

            El Adviento está marcado por una actitud de amor pleno, de amor vital, de amor renovador, donde buscamos mirar nuestra vida y nuestras actitudes para confrontarlas con el amor que Dios nos tiene y a la luz de ese amor ser capaces de corresponder a Aquel que nos amó primero, que nos llenó de su amor y que nos invita a que lo amemos como Él nos ama.

            Desde esta perspectiva el Adviento es un tiempo para mirar nuestra realidad, de ver si estamos más cerca del Señor, y si estamos viviendo plenamente el ser discípulo de Jesús. Por eso el Adviento es una invitación a que el Señor ocupe el centro de nuestro corazón, y sea Él la razón y la motivación de todo lo que somos y de todo lo que hacemos.

            En este primer domingo de Adviento la liturgia nos presenta un texto del Evangelio de Marcos. Por medio de una parábola, el Señor nos invita a reflexionar y ser conscientes de lo que será nuestro encuentro definitivo con Él. Por eso repite: “…estén preparados, estén vigilantesestén despiertos…”.

            Ejemplificando este texto, nos expone la parábola del portero que debe estar vigilante, atento, despierto para abrir a su señor cuando llega. “... pues no sabéis cuando  vendrá el señor de la casano sea que venga inesperadamente…    

            Es una invitación a vivir en la presencia del Señor, sabiendo que el seguirle es asumir su estilo de vida, no como algo circunstancial, sino como lo que constituye nuestro modo de ser y actuar, manifestando el proyecto de Dios para nosotros.

            Las palabras de Jesús, al final del texto, las dirige no sólo a sus discípulos sino a “todos”. Hoy en este “todos” tendríamos que incluir a los alejados, a los no creyentes, a los indiferentes... Hagamos que sea Adviento también para ellos y para todos los que nos rodean. Repitamos esta sencilla oración  durante el Adviento: Te esperamos, Señor, y esperamos que inundes de tú Luz nuestras vidas.

 

MEDITACIÓN

¿Qué me dice el Señor en el texto?

             

            Que el empeño de caminar en la fe y de comportarnos de manera coherente con el Evangelio nos acompañe en este tiempo de Adviento, con María, la madre de Jesús, para vivir de modo auténtico la conmemoración de la Navidad del Señor.

·         ¿Es tu vida una vida de esperanza, de búsqueda, de utopía… en la que tienen un papel importante Dios y los hermanos?

·         En este tiempo de Adviento, es bueno mirar cuáles son tus prioridades, tus objetivos, tus intereses…

·         ¿Cómo te dispones a vivir este nuevo año? ¿Has crecido? ¿Puedes decir que estás más cerca de Dios y que tu vida refleja y manifiesta el proyecto de amor del Padre?

·         La esperanza te lleva a trabajar cada día en tu crecimiento con y en Dios. La Palabra nos indica hoy estas actitudes: Vigilancia, esperanza, confianza, responsabilidad… ¿cómo estás en estos aspectos?                                                                                                                                                             

 

ORACIÓN

¿Qué respondo al Señor que me habla en el texto?

 

 

Ayúdanos, Señor,
a abrigar la esperanza que nace en cada Adviento,
a escuchar los clamores de tu pueblo,
a regar con nuestras vidas la semilla de tu Reino,
a ser mensajeros de tu Amor,
a construir comunidades de servicio y oración.

Queremos ser tus Testigos, danos la fuerza Señor.

Santa María, madre de Dios,

Ayúdanos a prepararnos para recibir a Jesús.

 

CONTEMPLACIÓN

¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el texto?

 

 

·         Jesús, en estas semanas de adviento, te pide que te prepares para recibirlo con un corazón limpio y generoso cuando nazca esta Navidad. “Velad”, que cuando llegue no te encuentre ofuscados por los afanes terrenos, por la tentación de la vida fácil y superficial, por el egoísmo de pensar sólo en tus problemas y en tus intereses… ¿Qué piensas hacer para estar vigilante?

·         Estarás alerta a la venida del Señor, si cuidas tu oración personal, si no descuidas pequeños sacrificios o mortificaciones, si estás pendiente de las necesidades del hermano, si llevas luz y esperanza en tu hacer de cada día.

·         Interioriza este pensamiento de santa Teresa y dialógalo con Jesús en la oración: “Esto me dijo el Señor:Cree, hija, que a quien mi Padre más ama, da mayores trabajos, y a estos responde el amor. ¿En qué te lo puedo más mostrar que querer para ti lo que quise para Mí”.

 
 

ACCIÓN

¿Cómo puedo servir?

 

El Señor nos habla de estar preparados y vigilantes. El Adviento es el tiempo ideal para hacer una buena RECONCILIACIÓN. Disponte a recibir el perdón del Señor por medio de este Sacramento.

 

·         Dedica más tiempo al Señor, para encontrarte con Él en la oración y en la Eucaristía.

·         Concreta cómo te vas a preparar para la Venida del Señor y qué vas a hacer para que la Navidad te encuentre a ti, a tu familia, tus amigos, tu grupo o comunidad más unidos al Señor.

·         Proponte alguna acción concreta para ayudar a los más necesitados.


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SALA DE ESPERA (Mc 13,33-37)

Las palabras que envuelven la Palabra de Dios de este primer domingo de adviento son la espera y la vigilancia. Una espera que nos asoma al acontecimiento que –lo sepamos o no- aguardamos que suceda, y una vigilancia que nos despierta para no estar dormidos cuando le veamos pasar. ¿Cómo estaba la gente que, por primera vez, se las tuvo que ver con eso que nosotros hoy llamamos adviento? Había un gran grito que colgaba en sus gargantas: necesitaban algo nuevo, Alguien nuevo. Efectivamente, necesitaban abrazar una novedad que les arrebatase de sus zafiedades vulgares, de sus encerronas sin salida, de sus dramas insolubles, de sus trampas disfrazadas, de sus odios y tristezas, de sus errores y horrores…
Alguien que de verdad fuese la respuesta adecuada a sus búsquedas y anhelos. Era el primer adviento, la sala de espera de Alguien que realmente mereciera la pena y les soltase la cautiva posibilidad de ser felices. ¿Cabe esperar a Alguien que en el fondo esperan nuestros ojos, oídos y corazón… o tal vez ya estamos entretenidos suficientemente como para arriesgarnos a reconocer que hay demasiados frentes abiertos en nosotros y entre nosotros que, precisamente, están reclamando la llegada del Esperado?
El adviento que hoy comenzamos es una pedagogía de cuatro semanas que nos acompañará hasta la Navidad. Irán apareciendo los temas y los personajes con los que el evangelio de cada domingo nos invitará a esperar vigilando. “Vigilad”, dice Jesús en el evangelio de este domingo, porque el que ha venido hace veinte siglos y ha prometido volver al final de los tiempos, llega incesantemente al corazón y a la vida de quien no se cierra. Vigilad, es decir, entrad en la sala de espera del adviento, poned vuestras preguntas al sol, porque va a venir Aquel que únicamente las ha tomado en serio y Aquel que únicamente las puede responder: Jesucristo, redentor del hombre. Vigilad, estad despiertos, la espera que os embarga no es una quimera pasada y cansada sino la verdadera razón que cada mañana pone en pie nuestra vida para reconocer a Aquel que cada instante no deja de pasar.
+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
30 noviembre 2014
Domingo 1º de Adviento

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