martes, 30 de junio de 2015

PRACTICAR LA MÍSTICA DE LA COMUNIÓN

Practicar la mística de la comunión. ¿Cómo explicarla? Recalco de nuevo esta idea a raíz de la Ordenación de Presbíteros que celebrábamos este sábado. Se comprende sencillamente cuando entendemos que la Esposa-Iglesia está referida al Esposo, que es Cristo. Así, el sacerdote está referido a Cristo que le llama, que le impulsa, y a nadie más. Su referencia a la Iglesia se da a través del Obispo y sus colaboradores, de modo que aprende a ser co-presbítero. En el polo opuesto está la autorreferencialidad, los celos, críticas, rivalidades y toda esa negatividad fruto de la desesperanza y de la falta de fe, propias de quien vive la Iglesia como algo puramente humano, manipulable, y con esquemas de poder.
 
Por tanto decid un fuerte “no” al individualismo y a la autoreferencialidad, es decir, a pensar el sacerdocio como algo propio vuestro, centrados en vosotros mismos, en intereses particulares o caprichos, mirando tan sólo los intereses, los gustos o los derechos. Esto impide vivir la libertad de quien está expropiado, de dejarse llevar por el Señor, y conduce a apropiarse de la pastoral, y es un freno a la evangelización, como sucede cuando huimos de lo diocesano o nos dejamos llevar del pasotismo.
 
Os aseguro que esta experiencia de comunión, sin embargo, hace crecer las vocaciones, las sacerdotales y a la vida consagrada, y todos los carismas, que florecen cuando la Iglesia respira el aire puro de la caridad.
 
Id a las periferias, salid de vosotros mismos Si el Espíritu nos envía “a consolar a los afligidos, a cambiar su abatimiento en cánticos…” (cf Is 61,2), uno no puede replegarse en la propia comunidad o entre sus amigos. La cercanía a los pobres y necesitados nos exige salir de nosotros mismos y acercarnos con creatividad en la vida de oración, en la catequesis, en el Primer Anuncio, etc. No os refugiéis en esas respuestas consabidas que parecen decirlo todo, pero que no responden a las cuestiones que inquietan a la gente. Salid de las rutinas como auténticos apóstoles, pues os esperan las familias, los jóvenes, los pobres y los ricos, los tristes y los vacíos, y reclaman una respuesta en su idioma, lo que les pueda saciar, la novedad de Cristo.
 
 
Mons. D. Rafael Zornoza
+ obispo de Cádiz y Ceuta
 
 

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