Como les sucedió a los Apóstoles, el encuentro personal con Cristo, que
nos llama amigos, es el inicio de una aventura extraordinaria.
Del santo Evangelio según san Juan 15, 12-17
Este es el mandamiento mío: que
se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que
el que da su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo
les mando.
No les llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes les he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer. No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se lo conceda. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros.
No les llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes les he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se los he dado a conocer. No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en mi nombre se lo conceda. Lo que les mando es que se amen los unos a los otros.
Oración introductoria
Jesús, me acerco a ti en este día
porque quiero poner en práctica tu mandamiento del amor. Señor, ayúdame a amar
a todos mis hermanos, como Tú me lo has mandado. Te ofrezco esta meditación
para que todos podamos vivir este mandamiento y dejar a un lado el odio, el
rencor y la división. Dios mío, enséñame a amar a las personas hasta dar mi
vida por ellas siguiendo tu ejemplo.
Petición
Señor, que experimente más
profundamente el amor que me tienes, para que pueda amar mejor a mis hermanos.
Meditación del Papa Francisco
Hemos sido llamados por Dios y
llamados para permanecer con Jesús, unidos a él. En realidad, este vivir, este
permanecer en Cristo, marca todo lo que somos y lo que hacemos. Es precisamente
la "vida en Cristo" que garantiza nuestra eficacia apostólica y la
fecundidad de nuestro servicio: "Soy yo el que los elegí a ustedes, y los
destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea verdadero".
No es la creatividad, por más
pastoral que sea, no son los encuentros o las planificaciones los que aseguran
los frutos, si bien ayudan y mucho, sino lo
que asegura el fruto es ser fieles a Jesús, que nos dice con insistencia:
"Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes". Y sabemos muy
bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo en nuestro
encuentro cotidiano con él en la Eucaristía, en nuestra vida de oración, en
nuestros momentos de adoración, y también reconocerlo presente y abrazarlo en
las personas más necesitadas. El "permanecer" con Cristo no significa
aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros. (S.S.
Francisco, 27 de julio de 2013). .
Reflexión
La vida diaria nos ofrece
múltiples oportunidades para practicar el mandamiento del amor con nuestros
hermanos. La esencia del cristianismo no consiste en el cumplimiento riguroso
de unos mandamientos, sino que es el encuentro con una persona que se llama
Jesucristo. La elección que Cristo nos ha hecho para ser sus amigos nos debe
llevar a corresponder a este amor de predilección, con el amor a Él y a todas
las personas. Vivamos cada día con mayor intensidad el mandamiento del amor,
para que resplandezca en nosotros el amor que Cristo ha tenido primero con
nosotros.
Propósito
Hacer un acto de caridad
cristiana con un hermano necesitado.
Diálogo con Cristo
Jesús, inflama mi corazón con tu
divino amor para que, lleno con el fuego de tu caridad, pueda amar mejor a mis
hermanos. Sé que Tú puedes aumentar mi caridad para que me pueda configurar
cada vez más a ti. "Ámense los unos a los otros", ese es tu mandamiento.
Ayúdame a vivirlo frente a mis hermanos, para que pueda poner mi granito de
arena en la construcción de la civilización del amor.
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